Un día me dijeron que lo bonito de una vida era vivirla muchas veces. Empezarla constantemente. Nacer de nuevo cada día. Pero nunca terminarla. Despacio. Sin prisas.
Y ver en cada cielo, en cada rima, en cada verso: universos. Donde nada quede demsiado cerca. Y nada quede demasiado lejos.
¿Sabes lo bueno de la juventud? Puedes recordar incluso lo que nunca ha sucedido.