viernes, 18 de mayo de 2012

Denantes mortos que escravos

 
Quen ame Galiza amará a Castelao,
o seu trazo sinxelo, o seu mirar profundo,
as súas verbas viaxeiras cargadas de soños,
o modo que tivo de abrirnos ao mundo.

miércoles, 11 de enero de 2012

miércoles, 28 de diciembre de 2011

Un año más, un año menos.


A veces me da pena pensar que las mayores reflexiones del año sólo las hacemos cuando este está llegando a su fin. Quizás, si estos balances y pensamientos nos visitaran en otros momentos, el compás de nuestro año daría un giro inesperado quién sabe hacia dónde; o no.
El caso es, que sea como sea, como un minifinal más este año llega a su fin. Y de nuevo, como un minifinal más hace que nos replanteemos muchas cosas de nuestra vida, de nuestro tiempo.
Supongo que hay años muy malos, marcados por un montón de malas noticias o malos momentos, y muy buenos, esos que son justamente todo lo contrario; años importantes, ya sea por cualquiera de las razones anteriores o por haber tomado una decisión crucial... y creo que estos son los tres tipos de años que todos recordaremos siempre, o por lo menos creemos que será así.
Por otra parte, existen, aunque no lo parezca, años insulsos, años que más adelante, en los siguientes balances no relucen más que por cuatro fotos sueltas.
Y bien, yo todos los años me encontraba igual, cuando hacía mi balance siempre pensaba: "este año ha tenido cosas buenas y malas",  pero desde hace un tiempo, quién sabe por qué, he empezado a clasificarlos un poco, en los años del menos y los años del más.
Sea como sea, cabe recordar que el momento más triste y difícil puede cambiar de la noche a la mañana, de un segundo a otro al extremo contrario, y viceversa, así que quizás, al margen de cada balance anual, deberíamos recordarnos cada día que la vida son dos días, y ya sea aquí o a 3000 quilómetros, de noche o de día, en invierno o en verano, no debemos dejarla escapar. O no por lo menos sin asegurarnos de que el balance del final de los finales dé, claramente, más.

miércoles, 26 de octubre de 2011

Dame una sonrisa de complicidad, toda tu vida se detendrá.


[Camille miraba a Franck sonriendo]

"Guárdate esa sonrisita de mierda, que yo no la quiero.
Es lo único que sabes dar... Sonrisitas para desconcertar a la gente...Que te la guardes, tía, que te la guardes. Terminarás más sola que la una en tu mazmorra con tus lápices de colores, y te lo tendrás bien merecido. Yo ya me estoy cansando... Lo del gusano enamorado de la estrella mola un rato, pero luego cansa..."


"Pero que mono te pones cuando te enfadas... Qué guapo te pones cuando pierdes los papeles... ¿Por qué te hago sufrir? ¿Por qué no consigo dejarme llevar contigo? ¿Por qué llevo un corsé debajo de la coraza y dos cartucheras en bandolera? ¿Por qué me cierro en banda por tonterías? ¡Coge un abrelatas, joder! Mira en tu caja de herramientas, seguro que tienes lo necesario para dejarme respirar..."

Juntos, nada más.

jueves, 29 de septiembre de 2011

Puedo soplar las nubes grises pa que tengas un buen día.


No era la primera vez que me sentía así, ya lo había sentido antes.
Recordaba la primera vez, cuando mamá me cogió y me dijo:
Lo que te pasa es que tienes miedo, miedo de enfrentarte a ti misma, de que te rechacen, de decepcionarte, deperderlo todo, de humillarte, de no saber, de no poder, de quedarte sola, de dejar marchar lo que más te importa, de equivocarte, de sentirte inútil o perdida, de no ser nada, de arrepentirte, de hundirte, de fallarme...
Y era exactamente lo que sentía ahora.
¿Cómo podría saber si lo haría bien, si...no sé, haría lo correcto?
Recuerdo como me decía que si dejaba que me ganara el pulso se llevaría mi vida.
Me abrazaba y me decía que lo malo no era tener miedo, sino que me condicionara, que me privara de vivir.
Y luego llegaba lo difícil, sobreponerse, enfrentarse a uno mismo.
Lo único diferente ahora, era que sabía qué me hacía estar así, más bien quién, y la verdad es que ya hacía más de ocho meses que nos conocíamos... aunque creo que fue más tarde cuando realmente empezó lo mejor, cuando éramos uno.
Nuestra complicidad llegó a ser increible, realmente nos sentíamos... y no hablábamos, no hacía falta.
Hoy, ocho meses y medio más tarde, muchos sentimientos se mezclan en mi pecho, y me atrapan, noto como me atrapan.
La felicidad me desborda, lloro de alegría, me río, y sonrío una y otra vez al saber que está aquí, cerca, y me conformo con verle dormir, con acariciar su suave pelo, con admirar su fragilidad... pero no puedo evitar que el miedo me acorrale.
Abre los ojos, y entonces todo se me olvida, los miedos se desvanecen, y durante un tiempo incalculable me siento capaz de todo.
Mientras me sumo en mis pensamientos, una enfermera me recuerda que hay vida más allá de nosotros:
- ¿Cómo se va a llamar? - me pregunta.
- Pues... hemos decidido que Marcos.- respondo sonriendo.

martes, 20 de septiembre de 2011

Aprender a caer antes que a caminar.


Para volar hay que empezar asumiendo riesgos.
Si no quieres, lo mejor quizá sea resignarse y seguir caminando para siempre.

Jorge Bucay

jueves, 1 de septiembre de 2011

Nunca se sabe qué traerá la marea.


Las olas, a lo lejos, huyen asustadas. El tiempo las acuna, la nada las atrapa.
Su fugacidad, su vaivén y su compás nos hipnotizan, su silbido nos resguarda.